sábado, 20 de abril de 2013

2997, escape del planeta de los vivos




"Creo que cuando cae la noche siempre hay alguien tentado a hablar precisamente de las tres cosas que Wittgenstein envió al mundo de lo inefable (aquello que no se deja expresar con palabras): la extrañeza por la existencia del mundo, la sensación de hallarse protegido, el sentimiento de culpa".

GARCÍA CÍVICO, Jesús, "Una temporada con Antabuse", en Solares, Sigur Ros (Ed.), Reikiavik, 2014. 


"Pasamos el Tiempo sobre todo muertos o por nacer".

GARCÍA CÍVICO, Jesús, "El acomodador" en El acomodador y otros cuentos de risa, Thomas Pynchon (Coord.), Boston Massachussets,  1969.


"Oh, resumirse sin reducirse, justificar la vida entera por un manso, humilde, precioso gesto, un detalle tierno pergeñado con ocasión de algo intrascendente carente de importancia y de sentido".

GARCÍA CÍVICO, Jesús, "Ginebra" en Una casa holandesa, Frankfurt, Shurkamp, 2007.

photo: sigur ros



(joven respirando con dificultad)
- ¡Corra doctor Matloff! ¡Tenemos que escapar! ¡Ya veo la nave! ¡Corra, corra, doctor Matloff! ¿Doctor Matloff? Doctor Matloff...

(Doctor Matloff susurrando)
-Corre tú joven, alcanza tú la nave. Yo estoy harto de correr. Llevo cuarenta y tres años en este planeta. Llevo cuarenta y tres años corriendo con la misma confusión en la cabeza y hoy, justo cuando corría contigo, justo cuando, como tantas tardes, corría a tu lado, justo cuando quería sobre todo correr, mientras corría pensando, equivocado, que mañana, como ayer y como hoy, que mañana también correría contigo, mientras avanzábamos, corriendo, hacia la nave, conforme la nave se recortaba contra la otra nave, me ha sido dado resolverla. Sí, corre tú joven, alcanza tú la nave. Súbete tú a la nave, a la nuestra. ¡A LA NUESTRA! Ja, ja, sigue corriendo, joven. Todo ha quedado, al fin, desvelado: 

Joven: siempre y en todo lugar se ha presentado una guerra. Una batalla entre el espacio y el tiempo. El universo es el resultado. El universo es… el campo de batalla. Hijos de la fricción entre la eternidad y el infinito, nuestro estatuto no alcanza el de la víctima. No somos víctimas, no: somos los muertos. El universo ni siquiera nos es hostil y la eternidad es, en todo caso, indiferente.
Somos muertos que viven un instante. Muertos que viven durante un tiempo. Muertos que ahora estamos vivos. Zombies que caminan apenas unos metros. En la tensión entre el infinito y la eternidad nosotros, joven que corres, joven que alcanzas ya la nave, nosotros somos, sobre todo, los muertos.

- Doctor Matloff, ¡adiós! ¡Adiós, Doctor Matloff! ¡Adiós, adiós!




  


miércoles, 17 de abril de 2013

el vecino de Dostoievski (variación Cívico)



"Primero tiránica, ineludible, 
luego vanidosamente procuramos al amor dos oportunidades para entreverarse en nuestra vida".
GARCÍA CÍVICO, Jesús, Solares, Una palabra griega (Ed.) Valencia , 2013.


"Fíjate, yo creía que las Variaciones Goldberg era algo que los Goldberg 
habían hecho en su noche de bodas"
Woody Allen, Stardust Memories



Sí, está claro: primero tiránica, ineludible pero luego vanidosamente procuramos al amor dos oportunidades para entreverarse en nuestra vida. Sí. En lo que sigue comparto, pues, un microtexto de hace ya algún tiempo pero desagradablemente vigente según lo veo. Como no creo que presente suficiente interés para una entrada y con el fin de subir la audiencia de este blog (la última entrada tuvo dos visitas) me he tomado un martini y he subido un video de mí mismo acariciando a mi gata y atormentando con la misma oposición de los pulgares que nos permite manipular las cosas, todas las cosas, ya en el piano, un aria de Bach, otra de las variaciones Goldberg, ya da igual, aprovechamos que Glenn Gould ha muerto y como vosotros, nosotros tampoco creemos en los fantasmas (o como vosotros, nosotros sólo creemos en los fantasmas políticos y en los fantasmas personales, los que se arrastran del pasado, los del psicoanálisis, los de Scott Fitzgerald, los que aterran de verdad, vamos).





El vecino de Dostoievski*


Cuando después de numerosos intentos Dostoievski es clonado a partir de ciertos restos de pelo y sangre hallados en el original que acompañaba la carta de julio de 1866 a Milyukov (en la cual explicaba cómo Kátkov y su ayudante N. A. Lyubimov de El mensajero ruso se habían negado a aceptar el inicio de Crimen y castigo) la expectación por ver al maestro es enorme.

Pero si enorme es la expectación (televisiones de todos el mundo graban una sala abarrotada), la decepción posterior no lo es menos. Dostoievski, a sus (segundos) treinta años sólo ha sido capaz de escribir un librito de autoayuda.
Las portadas de todos los diarios son implacables: “¡Retorno estéril!” “Where is the genius?” “¡Bluffstoievski!”. Los críticos se apresuran a las explicaciones más evidentes: “le falta su vida, su tiempo, Omsk, el círculo de Petrachevski, Siberia…”.

Fiodor Dostoievski
 (Moscú 1821, San Petersburgo 1881)
Volvamos por un momento a la sala abarrotada: en medio de la consternación poco a poco ésta es desalojada pero si nos fijamos bien en la última fila un joven pálido y taciturno sonríe.
Nadie ha reparado en él. Nadie ha reparado en el hacha que esconde en una bolsa de deporte. Si lo supieran… ¿Y qué si lo supieran? El joven del fondo de la sala es inofensivo y merece nuestra compasión.
Agobiado por las deudas propias y ajenas, no puede identificar hoy a la vieja usurera con cuyo dinero aliviar la miseria que le rodea. ¿La joven administrativa que le sustrae comisiones sin causa? No, malvive con un contrato temporal. ¿El director que le notifica el desahucio? ¿El político? Obedecen a instancias más altas. ¿El jefe de su empresa? Debe alimentar a su familia. ¿El mercado? Sus manos son invisibles.

Opresión sin responsable final, sin cabeza visible… ¿hacia quién dirigir el hachazo? ¿Detrás de dónde amagarse? Por eso, Raskólnikov toma la única decisión con la que puede canalizar su coraje napoleónico, su Übermensch nietzscheano: solazarse en el delirio.
Raskólnikov, efecto colateral de sacar vida de aquellas páginas ensangrentadas se levanta, avanza hacia su creador y le pide por favor que le firme un ejemplar.

                                                     

*Una versión reducida de este fragmento, un falso micro-relato, apareció publicada en La bolsa de pipas. Revista literaria bimensual, marzo de 2002, nº 31, Román Piña Valls (Dir.), Mallorca, 2002.


viernes, 12 de abril de 2013

people have the powell


Sospecho que es (otra vez) por mi temprana, española, irresponsable formación moral cristiana de la que he intentado pero no logro acabar de desprenderme, que tengo una incurable simpatía por los músicos que sufrieron mucho; así que llevo dos meses escuchando y acordándome de Bud Powell, de infancia dura, alcohólico, tuberculoso, ezquizofrénico, me he acordado de agregar a Powell a este blog, me he acordado en general de este enorme músico de jazz que nació mi día del año preferido, me he acordado mucho de este pianista genial, figura fundamental del bebop, ahora que dejo atrás dos meses de corrección alucinada del primer libro colectivo que coordino, una privilegiada, académica, privilegiadísima forma de sufrir y volverse loco.



photo: Bud Powell (Nueva York, 27 de septiembre de 1924 - Nueva York, 31 de julio de 1966)