miércoles, 24 de julio de 2013

el mar, el mar





«No acabar de encontrar una postura cómoda entre el ovillo uterino y la rigidez post mortem.»
J. G. Cívico, Aforismos en Word, poemas con auto-reverse, Lisboa, 2013.

   




 


"Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea.



(...)

Le hablé del Prado, del chalet, de los Duigan.
    - Vives en el pasado -me dijo.
    Estuve a punto de contestarle mal, pero me contuve.
Después de todo, tenía razón. Se supone que la vida, la auténtica vida, es una lucha, una acción y una afirmación inagotable, la voluntad embistiendo con su cabeza roma contra la pared del mundo, cosas por el estilo, pero cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta de que la mayor parte de mis energías se dedicaron siempre a la simple búsqueda de cobijo, de comodidad, de, sí, lo admito, un rincon acogedor. Comprenderlo se me hace sorprendente, por no decir escandaloso. Antes me veía como una especie de bucanero, enfrentándome a todo el que se me ponía a tiro con un alfanje entre los dientes, pero ahora me veo obligado a reconocer que me engañaba. Esconderme, protegerme, guarecerme, eso es lo único que he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme allí encogido, oculto de la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire. Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro

John Banville (Wexford, 8 de diciembre de 1945)
(...)
Le puse la otra mano en la frente, y me pareció que podía sentir su mente tras ella, funcionando febrilmente, haciendo un último y tremendo esfuerzo para pensar su último pensamiento. ¿Alguna vez la había mirado con tan imperiosa atención como ahora? Como si mi sola mirada la mantuviera allí, como si no pudiera irse siempre y cuando yo no parpadeara. Jadeaba, lenta y débilmente, como un corredor que hace una pausa y al que aún le quedan millas por correr. El aliento le hedía un poco, como a flores marchitas. Pronuncié su nombre, pero ella sólo cerró brevemente los ojos, desdeñosa, como si yo debiera saber que ya no era Anna, que ya no era nada, y entonces los abrió y volvió a mirarme, una mirada más dura que nunca, no con sorpresa sino con una imperiosa severidad, ordenándome que la escuchara, la escuchara y la entendiera, lo que ella tenía que decirme. Me soltó la muñeca y sus dedos arañaron un momento la cama, buscando algo. Le tomé la mano. Sentía la insinuación de un pulso en la base del pulgar. Dije algo, algo fatuo como No te vayas o Quédate conmigo, pero de nuevo ella negó impaciente con la cabeza y me tiró de la mano para que me acercara.
– Están parando los relojes -dijo, en un hilillo de voz casi conspiratorio-. He detenido el tiempo. -Y asintió, con un movimiento solemne, de quien sabe lo que espera, y también sonrió, juraría que sonrió."




John Banville, El mar, traducción de Damián Alou, Anagrama, Barcelona, 2007, págs. 56, 199.


"Desnudo en la bañera", Pierre Bonnard, 1946
 

miércoles, 10 de julio de 2013

¿quién quiere ser hipopótamo? (poema)

Nexus -M.H.-6 ante el Blade Runner de replicantes metafísicos antes de su inminente disolución en el lenguaje lógico ideal: “He dicho cosas que los analíticos no creeríais... los rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser, la cosa-en-sí, el ser-ahí, la nada nadear más allá de Orión...”
j. g. c. una casa holandesa, griffith dune (ed.), alexandria, 2013.




"(...) Lo que "angustia" no es esto ni aquello, pero tampoco todo "lo ante los ojos" junto, como una suma, sino la posibilidad de algo "a la mano" en general, es decir, al mundo mismo. Pasada la angustia, suele decir el habla cotidiana: "No era realmente nada". Esta manera de hablar es en efecto ónticamente exacta por lo que se refiere a lo que era. El habla cotidiana se endereza a un curarse y un hablar de "lo a mano". Aquello a lo que se angustia la angustia no es "nada" de "lo a mano" dentro del mundo. Pero este "nada" de "lo a mano", de lo único que comprende el habla cotidiana del "ver en torno", no es una total nada "del "nada" de lo "a mano" se funda en el "algo" más original, en el mundo. Éste es, empero, esencial y ontológicamente inherente al ser del "ser ahí" en cuanto "ser en el mundo". Sí, según esto, se destaca como el "ante que" de la angustia la nada, es decir, el mundo en cuanto tal, ello quiere decir esto: aquello ante que se angustia la angustia es el mismo "ser en el mundo"."

HEIDEGGER, Martin, El ser y el tiempo, trad. José Gaos, Fondo de Cultura Económica, México, 1998, p. 207.



¿quién quiere ser hipopótamo?*


Escribo en el agua del río
en la quebrada de un río
en los remansos, en las pozas del rio
ininterrumpidamente
sentado sobre un guijarro desgastado.

Apunto en el agua del río
moviendo torpe el dedo sobre el río
la mitad de mi cuerpo bajo el río:
“¿qué estás haciendo conmigo, so río?
So rio, ¿acaso es ese tipo que ahora pasa
lo que hiciste ayer de mí?

Pero, ¿de qué te ríes, so río?"

Me confunde:

A. el cómplice desovar de tantos peces                                             B. la naturaleza inestable del pasado

C. la prosa de Heidegger, las tesis de Huntington y Sartori           D. el mudo testimonio de los riscos



* En García Cívico, Jesús, Una casa holandesa, Aforismos en Word, poemas con auto-reverse, Paul Hackett (Ed.), Nueva York, 2013.