sábado, 21 de enero de 2012

somewhere k. has never travelled

 

some where i have never travelled

some where i have never travelled gladly beyond
any experience,your eyes have their silence:
in your most frail gesture are things which enclose me,
or which i cannot touch because they are too near

your slightest look easily will unclose me
though i have closed myself as fingers,
you open always petal by petal myself as spring opens
(touching skilfully, mysteriously) her first rose

or if your wish be to close me, i and
my life will shut very beautifully , suddenly,
as when the heart of this flower imagines
the snow carefully everywhere descending;

nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the color of its countries,
rendering death and forever with each breathing


(i do not know what it is about you that closes
and opens;only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody, not even the rain, has such small hands



e . e cummings, somewhere i have never travelled

Nótese que aquí para el poeta:


nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the color of its countries,
rendering death and forever with each breathing





  
Y entonce pienso en un párrafo de El castillo y a propósito de todo esto recuerdo lo que escribió Kundera en un libro delicioso Los testamentos traicionados sobre una frase (un hermoso y conocido párrafo) de El castillo, la novela de Kafka:



(...) «Muchas horas transcurrieron allí, horas de alientos mezclados, de latidos confundidos, horas en las que K. no dejó de experimentar la impresión de que se extraviaba, de que se hundía más lejos que nadie antes que él; estaba en un país extranjero, en el que incluso el aire ya no tenía nada en común con el aire del país natal; la extrañeza de ese país hacía que uno se sofocara y, no obstante, entre locas seducciones, no podía sino caminar siempre más lejos, extraviarse siempre más».

Bernard Lortholary tiene el gran mérito de haberse quedado radicalmente insatisfecho de las traducciones existentes y de haber vuelto a traducir las novelas de Kafka. Su traducción de El castillo es de 1984:

«Allí pasaron horas, horas de respiraciones mezcladas, de corazones latiendo juntos, horas durante las cuales K. tenía el constante sentimiento de extraviarse, o de haber avanzado más lejos que jamás hombre alguno en esos parajes extranjeros en los que incluso el aire no tenía ni un solo elemento que se encontrara en el aire del país natal, en el que uno no podía sino asfixiarse a fuerza de extrañeza, sin poder, no obstante, hacer otra cosa, en medio de insensatas seducciones, que continuar y extraviarse aún más».

Y ahora he aquí la frase en alemán:

«Dort vergingen Stunden, Stunden gemeinsamen Atems, gemeinsamen Herzschiags, Stunden, in denen K. immerfort das Gefühl hatte, er verirre sich oder er sei so weit in der Fremde, wie vor ihm noch kein Mensch, einer Fremde, in der selbst die Luft keinen Bestandteil der Heimatluft habe, in der man vor Fremdheit ersticken müsse una in aeren unsinnigen Verlockungen man doch nichts tun kónne ais weiter gehen, weiter sich verirren».

Lo cual, en una traducción fiel, da lo siguiente:

«Allí pasaron horas, horas de alientos comunes, de latidos comunes, horas en las que K. tenía continuamente el sentimiento de extraviarse, o aun de que estaba más lejos en el mundo ajeno que nadie antes que él, en un mundo ajeno en el que ni siquiera el aire tenía elemento alguno del aire natal, en el que uno tenía que asfixiarse de extrañeza y en el que nada podía hacerse, en medio de insensatas seducciones, sino seguir yendo, seguir extraviándose».

Metáfora

Toda la frase no es sino una metáfora. Nada exige mayor exactitud, por parte de un traductor, que la traducción de una metáfora. Ahí es donde se alcanza el corazón mismo de la originalidad poética de un autor. La palabra en la que Vialatte falló es ante todo el verbo «hundirse»: «se había hundido tan lejos». En el libro de Kafka, K. no se hunde, «está». La palabra «hundirse» deforma la metáfora: la vincula de un modo demasiado visual a la acción real (aquel que hace el amor se hunde) y la priva así de su grado de abstracción (el carácter esencial de la metáfora de Kafka no busca una evocación material, visual, del movimiento amoroso). David, que corrige a Vialatte, conserva el mismo verbo: «hundirse». E incluso Lortholary (el más fiel) evita la palabra «estar» y la reemplaza por «avanzar más lejos».

En el libro de Kafka, K. mientras hace el amor se encuentra «in der Fremde», «en el extranjero» o también «en lo extraño» o «en lo ajeno»; Kafka repite dos veces la palabra, y la tercera vez utiliza su derivado «die Fremdheit»: (la extrañeza): en el aire de lo ajeno uno se asfixia de extrañeza. Todos los traductores al francés se sienten incómodos ante esta triple repetición: por eso Vialatte utiliza únicamente la palabra «extranjero» (étranger) y, en lugar de «extrañeza» (étrangeté), elige otra palabra: «en el que uno debía asfixiarse de exilio». Pero en el libro de Kafka no se habla en lugar alguno de exilio. Exilio y extrañeza son nociones distintas. Mientras hace el amor, a K. no se le echa de ningún lugar que fuera suyo, no se le destierra (por lo que no hay motivo para compadecerle); está donde está por su propia voluntad, está allí porque se ha atrevido a estar allí. La palabra «exilio» otorga a la metáfora un aura de martirio, de sufrimiento, la sentimentaliza, la melodramatiza. (...)"

KUNDERA, M., Los testamentos traicionados, traducción de Beatriz de Moura, Barcelona, Tusquets, 1998, pp. 111, 112.

La culpa de estos juegos con el tamaño del texto a modo de énfasis es por supuesto mía.






2 comentarios:

  1. Bonito juego de tamaños. Me he lanzado directamente a la librería para averiguar quién fue el traductor de mi castillo...

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    1. hola ximo! es un honor tenerte por aquí, pues ya me dirás, yo leí las de andrés sanchez pascual en alianza editorial pero creo que en el castillo firmaba como traductor en alianza d. j. vogelman,
      no sé, me temo que en el triple juego de traducciones (contando la de "los testamentos traicionados") se traicione tres veces por lo menos;
      lo que más interesante me pareció de todo esto es no tanto la conocida y a menudo escandalosa tentación de max brod a la criba y la edulcorización (vease en los diarios de kafka -y a propósito las obras de kafka recogidas hace un tiempo ya por galaxia gutemberg) y todo lo que escribe kundera al respecto sino ya en general la forma en que nuestra sociedad considera el sufrimiento y el dolor algo así como virtudes, como auras de virtud (lo que quizás subyazca a la melodramatización de los traductores franceses del checo!)
      bueno, no me enrollo más, a ver si nos vemos pronto, felicidades por tu blog! un abrazo, jesús

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